domingo, 13 de mayo de 2018

CABALLEROS LEGIONARIOS, hacia el Ejército Colonial

Hoy vamos a rescatar un artículo del escritor y periodista D. Tomás Borrás y Bermejo, que llegaría ser Cronista Oficial de la Villa de Madrid, y en su carrera obtuvo el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Nacional de Literatura.

El 1 de abril de 1922 publicó en el Semanario La Esfera el siguiente artículo dedicado a nuestra gloriosa Legión Española, la cual hacía poco más de un año que se creó y que cambió el concepto de ejército y tropa que luchaba por engrandecer y defender España.

José Millán Astray, Teniente Coronel del Tercio en 1921
 "Hay algo en esta guerra de Marruecos - la eterna guerra con el moro - que ha nacido ahora y tiene una vitalidad inmensa y un aire romántico y castizamente español, conquistadores del corazón popular, que se va detrás de lo heroico, pues el corazón de la gente es femenino. Y ese algo, genialmente desenfadado, brillante, útil, es el Tercio de Extranjeros, ó, como le gusta á Millán Astray, su creador, La Legión.

La Legión es la antigua tropa desparramada por el mundo, autónoma, sujeta á soldada, aventurera y mercenaria, abigarrada y alegre, sufrida, audaz, orgullosa. Es el clásico Tercio que ha quemado pólvora bajo todos los cielos conocidos en su época, y que ha escrito las páginas de más novelería de la historia española. El Tercio, sin fuero civil, contra el que se revolvió Calderón en el Alcalde, pero con tesón heroico que hacía llamarle á Carlos V, en la Gomera, <<mis leones de España...>>

Vemos aquel Tercio embellecido por la distancia. La perspectiva del tiempo ha borrado todas sus máculas, y sólo queda el resplandor hazañoso. Los hombres que asaltaron Amberes con el agua al pecho son los mismos del saco de Roma. Pero ese pecado satánico que llevan consigo, les hermosea. Don Juan formó en sus filas. Las faltas que pueda tener la Legión ahora tampoco se ven, ni tienen importancia. Son inmensos é imnumerables los actos magníficos del moderno Tercio, y, además, le vemos en la perspectiva novelesca. Los escritores hemos hecho su aureola, y un legionario, por fortuna, además de ser un héroe, lo parece.

Millán Astray ha calificado á los hombres de la Legión con una de esas frases suyas, certeras y cortas, como armas orales: <<Caballeros Legionarios>> les llama. Es cierto. Hay en la Legión hombres intachables, atraídos á la guerra por el ideal, por el sentimiento patriótico, por el de honor  militar. Y los hay innominados; buscan en el Cuerpo un derecho de asilo, que el Cuerpo tiene. Son los hombres que han dejado de ser hombres. Sin embargo, allí, ¡qué caballeros! Si. <<Caballeros Legionarios>>.

Admiro la eficiencia militar de la Legión, primera piedra del gran ejército colonial, más que necesario indispensable para la pacificación total y el progreso futuro de la zona española; admiro a la Legión en el combate; y sin ella, creo sería cien veces más grande el esfuerzo económico y militar que tendría que realizar España en África. Pero admiro aún más el crisol que tiene para transformar una individualidad deshecha, maculada, la escoria, en eso, en un caballero, con todas las virtudes del caballero del libro de Caballería, arquetipo de caballerosidad.

Hay algo inmortal en el alma del hombre, y es su espíritu de sacrificio. Cuando todo ha pasado, cuando todo se ha destruido, aún resta un valor intacto; se carece de dignidad, pero se tiene vida; se ha cometido un delito, pero se tiene vida; se ha perjudicado, hundido á un semejante, pero se tiene vida. La transformación de la vida en expiación por medio del sacrificio, redime de todo. La culpa no existe cuando á cambio de ella se ha dado lo que se posee de íntimo é inmaterial. Un amante que ha pecado contra el amor, se redime de su culpa amando á la que desamó, dándola toda su vida cordial.  Un pecador contra sus semejantes, un fratricida, se redime de su crimen dando su vida material por la humanidad. ¡Hermoso fin el de Caín si hubiera podido morir por otro Abel! La pena no es venganza; no es más que la imposición de sacrificarse por el ideal de justicia. Es igual sacrificarse por el ideal de patria. Sí, <<caballeros legionarios>>. En la Legión se consume, arde calientemente esa esencia perenne que posee aún el que todo lo ha perdido. En la Legión se redimen las almas angustiadas.

Por eso es alegre la Legión. Todo lo hacen con sencillez los legionarios; hasta morir. Todo lo hacen con alegría.<¡Se necesita un hombre para que muera!>, dice un Jefe. Y son muchos los que se adelantan. Y es porque saben que sacrificándose se redimen; que muriendo, viven.


¡Colosal paradoja!¡Tremenda ironía! Las virtudes morales han ido á refugiarse en la Legión, donde hay muchos á quienes un hombre moral no daría la mano si no fueran legionarios. Milagro de la fe y del espíritu, que siempre puede salvarse por horrenda que haya sido su acción.

Delante de los legionarios se detienen los artistas, enamorados de su gallardía plástica, del desenfado con que van, despechugados y rotos, forjando una silueta heroica y juvenil. Los cronistas no bastan para contar sus hechos, cada uno épico y digno de un canto pindárico. Mas la ética de la Legión es lo que hace más pensativo al contemplador. Como por cierta virtud de Transubstanciación que tiene, convierte á un malhechor en un caballero.

Sí. Está dicho lapidariamente. <<Caballeros legionarios>>. Sin tener obligación se fuerzan á caminar, á obedecer, á sufrir mortificaciones materiales, á soportar el sol y el hielo; se obligan á pelear, á morir. Una simple indicación es bastante para asomarse al borde del peligro. Nunca se quejarán. Todo será para ellos propicio, bueno, óptimo. Serán hermanos desconocidos, hasta el punto de perderse por salvar á quien se lo pida. No conocerán las diferencias de raza, ni de religión, ni de nacionalidad. Allí se borraron los colores, las fronteras. Un mismo Dios es el suyo, aunque tenga diferentes nombres. Sólo tienen una patria, un enemigo, una familia, un apelativo: son legionarios.

Son la antigua Orden, la Hermandad, la Milicia humana. Rígida regla para el deber que aceptan voluntarios. Amplitud y tolerancia máximas para vivir y convivir. Y un prurito de vencer y de ganar la meta de sacrificio, que es su gloria. Sí. <<Caballeros , caballeros legionarios>>..."

viernes, 4 de mayo de 2018

TENIENTE GENERAL D. RAFAEL DE ECHAGÜE Y BERMINGHAM, CONDE DEL SERRALLO, GRANDE DE ESPAÑA

Comenzamos el mes de mayo con otro insigne militar, el Teniente General D. Rafael de Echagüe y Bermingham, quien tras nacer en humilde cuna llegó a la alta jerarquía militar y nobiliaria, pues no en vano por sus méritos y servicios también consiguió el Título de Castilla de Conde del Serrallo, al que posteriormente se le confirió la Grandeza de España.


D. Rafael de Echagüe y Bermingham (c. 1880)
Nació en San Sebastián, el 13 de febrero de 1815, hijo de D. Joaquín Echagüe y Dª María Josefa Bermingham. Apenas había cumplido la edad de dieciocho años y recién comenzada la Guerra de los Siete Años o Primera Guerra Carlista (octubre de 1833), ingresó por gracia particular como Subteniente Abanderado, en el cuerpo de chapelgorris o francos de infantería, recibiendo el bautismo de fuego el 14 de noviembre en la acción de Hernani. El 31 de enero de 1834 pasó al Batallón de Voluntarios de Guipúzcoa, siguiendo la campaña en el Norte. Con esta unidad concurrió a las acciones de Gorriti, Oñate y Aránzazu, siendo herido en la pierna derecha. Tras tomar parte en los hechos de armas de Ormaiztegui (enero de 1835), fue ascendido a Teniente de Cuerpos Francos con fecha 21 de febrero. 

En mayo participó en la acción de las Alturas de Santa Bárbara de Hernani, donde fue gravemente herido. Acabó el año con su nombramiento como Subteniente de Infantería con grado de Teniente. Por ello, en enero de 1836 se incorporó al Regimiento de Infantería de San Fernando que también operaba en el Norte. Combatió con bravura en las acciones de Villarreal y Arlabán, durante el mismo mes de enero, y en varias acciones sobre Galarreta, Aramayona, Arlabán y Villafranca de Álava en mayo, consiguiendo que por su mérito y valor fuera condecorado con la Cruz de tercera clase de San Fernando

Ya en agosto, luchando en las alturas de Ulibarri y Gamboa fue herido nuevamente, en esta ocasión en la mandíbula. A continuación asistió al levantamiento del Segundo Sitio de Bilbao y cooperó a las operaciones del levantamiento del Tercer Sitio de la misma invicta villa. Por su mérito en la batalla de Luchana, en diciembre de 1836, fue promovido sobre el campo de batalla por el propio General Espartero al empleo de Teniente de Infantería. 

Al año siguiente, en el mes de mayo, concurrió también a las acciones de Oyarzun y al asalto y toma de Fuenterrabía; en julio obtuvo el grado de Capitán, por su bizarro y leal comportamiento con motivo de la sedición militar de Hernani. En octubre comenzó a prestar servicios de Estado Mayor,  aunque sin dejar de luchar en primera línea, pues durante este tiempo asistió a las operaciones sobre el río Oria, al reconocimiento y toma de Vera, en abril; a la sorpresa de Oyarzun, en junio; y en el monte de Santiago, en octubre, mereciendo por su heroicidad la Cruz de primera clase de la Orden de San Fernando



En febrero de 1838 es promovido al empleo de Capitán de Infantería, dejando su puesto de Estado Mayor dos días más tarde. Desde marzo pasó a servir en el Regimiento de Infantería de Luchana, y con esta unidad asiste al sitio y toma de Ramales, en marzo, y Guardamino, en mayo, donde resulta herido grave en la cabeza. Por su distinguido comportamiento fue agraciado en el campo de batalla con el grado de Comandante, que posteriormente y con arreglo a un Real Decreto de 1840 le sería conmutado por el grado de Teniente Coronel de Infantería (1). Tras el Convenio O Abrazo de Vergara, en agosto de 1839, que puso fin a la guerra en el Norte, siguió en campaña. 

En el mes de septiembre obtuvo otra Cruz de primera clase de la Orden de San Fernando, en conmutación del grado de Capitán que por duplicado se le había concedido. Destinado a Levante, donde aún el General Cabrera mantenía las banderas carlistas en alto, participó en la toma del castillo de Segura, en febrero de 1840, donde por su comportamiento mereció el empleo de Mayor del batallón. A continuación estará presente en las rendiciones de las plazas de Castellote, en marzo, y de Morella, en mayo. En junio fue destinado al Regimiento de Infantería de la Princesa, con el cual actuó en el sitio y rendición, el 4 de julio de 1840, de la fortaleza de Berga, última en la que ondeó la bandera carlista.

En octubre de 1840 se le concedió licencia ilimitada con derecho a paga completa, para así restablecerse de las siete heridas que recibió durante su participación en la guerra. Se reincorporó a su unidad en febrero de 1841, en julio pasó a la guarnición de la isla de Puerto Rico, con destino al Regimiento de Infantería de Iberia. Allí permaneció hasta abril de 1844. En dicho período de tiempo ascendió por antigüedad a Primer Comandante, en octubre de 1842. Allí sirvió como Ayudante de Campo del Capitán General, su suegro. Durante su destino en Puerto Rico contrajo matrimonio con Dª Mercedes Méndez de Vigo y Osorio, hija del entonces Capitán General de dicha isla, D. Santiago Méndez de Vigo y García de San Pedro.

Teniente General D. Santiago Méndez de Vigo

Regresó a la Península e inmediatamente sirvió como Ayudante de Campo del Capitán General de las Vascongadas, de diciembre de 1844 hasta marzo de 1846. Después de haber contribuido a sofocar la rebelión de Galicia en la acción de Cacheira y toma de Santiago en abril de 1846, fue condecorado con otra Cruz de primera clase de la Orden de San Fernando, al ser ésta la cuarta que recibía las conmutó por una de segunda clase -laureada - de la misma Orden. Ascendió al empleo de Teniente Coronel, en octubre de 1846, quedando de reemplazo en Madrid hasta su nombramiento como Ayudante de su suegro, Capitán General de Galicia, en abril de 1847. Hasta octubre ocupó dicho puesto y participó en la Campaña de Portugal, donde por sus méritos recibió el empleo de Coronel y la Cruz de Comendador de la Orden de Cristo de Portugal

Tras este destino quedó de nuevo en situación de reemplazo hasta septiembre de 1848, cuando recibió el mando del Regimiento de Infantería del Príncipe, que actuaba en Cataluña contra los carlistas. Desde enero de 1849 se dedicó a perseguir y capturar a las fuerzas carlistas y republicanas de Cataluña, tomando parte en la sorpresa de la fortaleza de Berga. Por sus acciones en este tiempo, obtuvo el empleo de Brigadier de Infantería con antigüedad del mes de abril; y en junio recibió la Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica

Permaneció en Cataluña hasta agosto de 1853, recibiendo durante este período la Cruz de tercera clase de la Orden de San Fernando, por su distinción en las acciones de Vidrá y San Quirce de Besora, año 1851; Comendador de número de la Orden de Isabel la Católica, en 1852; la Cruz de San Hermenegildo también en 1852, con antigüedad de 16 de noviembre de 1850; y el nombramiento de Comendador de la Orden de Carlos III, en marzo de 1852 (2).

Por antigüedad, en agosto de 1854 obtuvo la faja de Mariscal de Campo (3) después del levantamiento militar en el Campo de Guardias y de la acción de Vicálvaro. El mismo año de 1854 fue elegido Diputado a Cortes representando al distrito de Huelva, y en 1858 por Córdoba. En junio de 1855 fue nombrado Capitán General de Granada (4), posteriormente ocupó el mismo cargo en las Vascongadas (5), siéndole tributado el 7 de marzo de 1856 a su entrada en San Sebastián, su ciudad natal, un caluroso recibimiento, con los honores de ordenanza establecidos toda vez que era la primera vez que entraba en la plaza donde ejercería el mando; y ya en la Capitanía General de Valencia, le fue concedida en agosto de 1856 la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III (6). En este último mes le fue conferido el mando de la Capitanía General de Castilla la Nueva (7). Participó como invitado a los desposorios celebrados en Madrid entre la Infanta Dª. Amalia de Borbón, prima de la Reina Dª. Isabel II, y el Príncipe D. Adalberto de Baviera. Poco después, en octubre, dimitió de su puesto por motivos de salud.

En julio de 1858 se le encomendó el mando de la Capitanía General de Valencia (8). Declarada la guerra a Marruecos, en noviembre de 1859 se le confiere el mando del Primer Cuerpo del Ejército Expedicionario de África, siendo los primeros en pisar tierra tras su salida desde Algeciras el día 18 de dicho mes. Dirigiendo a sus soldados una arenga que terminaba así: "Soldados, ¡al África y Viva la Reina, Viva España!". El día 20 sostienen el primer combate que termina con la conquista de las alturas del Serrallo, a unos cuatro kilómetro de Ceuta, en cuyo derruido alcázar se enarboló y sostuvo el pabellón español a pesar del furioso ataque de los marroquíes, siendo especialmente encarnizada la lucha en el reducto llamado de Isabel II.


El notable escritor D. Pedro Antonio de Alarcón, que participó en dicha contienda, y reflejó sus vivencias en su famoso Diario de un testigo de la guerra de África, dejo escrito esto: “¡No sé como Echagüe no cayó en poder de los moros! ¡No se sabe cómo no lo mataron! La descarga de la que resultaron herido él y muerto su caballo se la hicieron a quemarropa. Los moros estaban encima; sus alaridos feroces atronaban los oídos. La herida del general fue en el índice de la mano derecha, y se le cayó la espada; uno de los ayudantes la cogió y se la entregó enfrente de los enemigos. A cuatro pasos de distancia hallábanse éstos, entretenidos en cortar la cincha del caballo para recoger la hermosa silla de que se había desmontado Echagüe, cuando llegaron refuerzos y se rechazó a aquellas fieras.”

Ascendió al empleo de Teniente General, y permaneció en el campamento del Serrallo hasta la célebre batalla de Tetuán, en la que no participa pues estaba encargado de proteger la ciudad de Ceuta. Posteriormente participó notablemente en la definitiva batalla de Wad-Ras, en marzo de 1860, donde lideró el centro de la fuerza española, estando siempre en primera línea y tomando a la bayoneta dos posiciones claves del enemigo.


Concluida la guerra volvió a encargarse de la Capitanía General de Valencia, donde desembarcó proveniente de África el 26 de abril, siendo recibido con salvas de cañón y ovaciones del pueblo que abarrotaba las calles, a pesar de la incesante lluvia. Posteriormente y por suscripción le sería regalada una espada en reconocimiento a sus señalados servicios en la campaña de África.

En junio de 1860 fue nombrado Capitán General de Puerto Rico (9), adonde llegó en el mes de septiembre. Permaneció en la isla hasta febrero de 1862, cuando fue nombrado Capitán General de las islas Filipinas (10). En el mes de abril llegó a Madrid con intención de partir para su nuevo destino en mayo, recibiendo en estas fecha la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. El 3 de junio un devastador terremoto afectó a la ciudad de Manila e islas colindantes, su responsabilidad como máxima autoridad le ponía ante un nuevo y muy distinto reto a los que hubiera vivido anteriormente. En noviembre de 1863 fue nombrado Senador del Reino por decreto de S.M. la Reina Dª. Isabel II (11). En diciembre de 1864 le fue admitida la renuncia por su mal estado de salud, seguro que pesó en su ánimo el repentino fallecimiento de su esposa el mes anterior a su solicitud.

Regresó a la Península, y en junio de 1865 fue designado para ocupar la Capitanía General de Cataluña (12), poco después, en octubre fue nombrado Ingeniero General del Ejército (Director General de Ingenieros) (13). En octubre de 1868, tras el derrocamiento de la Reina, fue nombrado por el General Serrano como nuevo Capitán General de las islas Baleares (14), regresando al poco tiempo a su anterior mando.

En junio de 1872, el nuevo Rey D. Amadeo I le nombró General en Jefe del Ejército del Norte (15) para enfrentarse a los carlistas, pero renunció a los pocos días sin llegar a tomar posesión del mando. Desde enero hasta su cese en mayo de 1874, ocupó el puesto de Director General de Artillería (16); durante este tiempo y posteriormente participó en la campaña del Norte contra los carlistas, donde tomó parte al frente de su división en los combates de Otáñez, Las Muñecas y Galdames, hasta el levantamiento del sitio de Bilbao. En junio del mismo año participó en la batalla de Monte Muro o Abárzuza, donde debido a la muerte del General Marqués del Duero tuvo que reemplazarlo en el mando y dirigir la retirada, cosa que consiguió hábilmente.


En septiembre de 1874 retomó el puesto de Director General de Artillería, y en el año siguiente, ya restaurada la monarquía y como General en Jefe del Ejército del Centro entre febrero y mayo (17), concurrió con S.M. el Rey D. Alfonso XII a las últimas operaciones de la guerra y al restablecimiento de la anhelada paz.

El Rey D. Amadeo I, en marzo de 1871, le hizo merced del título de Castilla de Conde del Serrallo, y D. Alfonso XII en premio a su extraordinaria distinción combatiendo a los carlistas le concedió la Grandeza de España unida a su título (18).

Uniformado como Comandante General de Alabarderos
Como culmen a su carrera militar, en enero de 1877 obtuvo el nombramiento de Comandante General del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos (19); en dicho puesto participó en los desposorios de D. Alfonso XII con la Infanta Dª Mercedes de Orleans, en enero de 1878, y con la Archiduquesa María Cristina de Habsburgo, en noviembre de 1879. También estuvo en el acto de presentación de S.M. el Rey D. Alfonso XIII, así como sus hermanas las Infantas Mercedes y Teresa. En un plano más triste, tuvo que participar en los funerales por S.M. el Rey D. Alfonso XII. Este mando tan ligado a la Familia Real lo tuvo que dejar en febrero de 1887, cuando los achaques de la edad le impedían cumplir satisfactoriamente dicho desempeño (20).



Falleció en Madrid el día 23 de noviembre y sus restos mortales fueron trasladados a su ciudad natal, donde recibió cristiana sepultura. Además de las condecoraciones anteriormente detalladas, también poseía la Grandes Cruz de Isabel la Católica, y otras extranjeras, así como las medallas de África, Alfonso XII y sitio de Bilbao.

El general Echagüe era para sus coetáneos modelo de militares bizarros y de caballeros, y su muerte ha produjo honda pena en las personas que tenían el honor de tratarle y conocían sus bellas cualidades de afabilidad y exquisita cortesanía, y la nobleza y lealtad de su carácter.

Su matrimonio le hizo emparentar con los Grandes de España, tiempo antes de su propio acceso por méritos personales a tal dignidad. Su cuñado fue el Conde de Santa Cruz de los Manueles, Grande de España; además, su esposa era prima del poderoso y conocido Duque de Sesto, D. José Osorio y Silva, íntimo amigo y fiel servidor de D. Alfonso XII. De sus hijos, destacar al Teniente General D. Ramón de Echagüe y Méndez de Vigo, y a Dª. Belén de Echagüe y Méndez de Vigo, Dama de la Orden de la Reina María Luisa y esposa del Duque del Infantado y Grande de España D. Andrés Avelino de Arteaga y Silva.


(1) REAL DECRETO DE DISOLUCIÓN DE LOS CUERPOS FRANCOS
(2) REAL DECRETO COMENDADOR DE LA ORDEN DE CARLOS III
(3) hREAL DECRETO ASCENSO A MARISCAL DE CAMPO
(4) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE GRANADA
(5) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL PROVINCIAS VASCONGADAS
(6) REAL DECRETO CONCESIÓN GRAN CRUZ ORDEN DE CARLOS III
(7) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE CASTILLA LA NUEVA
(8) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE VALENCIA
(9) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE PUERTO RICO
(10) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE FILIPINAS
(11) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO SENADOR DEL REINO
(12) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE CATALUÑA
(13) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO INGENIERO GENERAL DEL EJÉRCITO
(14) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO CAPITÁN GENERAL DE BALEARES
(15) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO GENERAL JEFE DEL EJÉRCITO DEL NORTE
(16) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO DIRECTOR GENERAL DE ARTILLERÍA
(17) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO GENERAL EN JEFE EJÉRCITO DEL CENTRO
(18) REAL DECRETO CONCESIÓN GRANDEZA DE ESPAÑA AL TÍTULO DE CONDE DEL SERRALLO
(19) REAL DECRETO NOMBRAMIENTO COMANDANTE GENERAL DE ALABARDEROS
(20) REAL DECRETO CESE COMO COMANDANTE GENERAL DE ALABARDEROS

JAIME SAMANIEGO Y MARTÍNEZ-FORTÚN, PRIMER CABALLERO LAUREADO DE LAS FUERZAS REGULARES

Antes de finalizar el año 2018, no hay que dejar pasar el recuerdo a D. Jaime Samaniego y Martínez-Fortún, Teniente de Caballería destinado...