Hoy vamos a rescatar un artículo del escritor y periodista D. Tomás Borrás y Bermejo, que llegaría ser Cronista Oficial de la Villa de Madrid, y en su carrera obtuvo el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Nacional de Literatura.
El 1 de abril de 1922 publicó en el Semanario La Esfera el siguiente artículo dedicado a nuestra gloriosa Legión Española, la cual hacía poco más de un año que se creó y que cambió el concepto de ejército y tropa que luchaba por engrandecer y defender España.
José Millán Astray, Teniente Coronel del Tercio en 1921 |
La Legión es la antigua tropa desparramada por el mundo, autónoma, sujeta á soldada, aventurera y mercenaria, abigarrada y alegre, sufrida, audaz, orgullosa. Es el clásico Tercio que ha quemado pólvora bajo todos los cielos conocidos en su época, y que ha escrito las páginas de más novelería de la historia española. El Tercio, sin fuero civil, contra el que se revolvió Calderón en el Alcalde, pero con tesón heroico que hacía llamarle á Carlos V, en la Gomera, <<mis leones de España...>>
Vemos aquel Tercio embellecido por la distancia. La perspectiva del tiempo ha borrado todas sus máculas, y sólo queda el resplandor hazañoso. Los hombres que asaltaron Amberes con el agua al pecho son los mismos del saco de Roma. Pero ese pecado satánico que llevan consigo, les hermosea. Don Juan formó en sus filas. Las faltas que pueda tener la Legión ahora tampoco se ven, ni tienen importancia. Son inmensos é imnumerables los actos magníficos del moderno Tercio, y, además, le vemos en la perspectiva novelesca. Los escritores hemos hecho su aureola, y un legionario, por fortuna, además de ser un héroe, lo parece.
Millán Astray ha calificado á los hombres de la Legión con una de esas frases suyas, certeras y cortas, como armas orales: <<Caballeros Legionarios>> les llama. Es cierto. Hay en la Legión hombres intachables, atraídos á la guerra por el ideal, por el sentimiento patriótico, por el de honor militar. Y los hay innominados; buscan en el Cuerpo un derecho de asilo, que el Cuerpo tiene. Son los hombres que han dejado de ser hombres. Sin embargo, allí, ¡qué caballeros! Si. <<Caballeros Legionarios>>.
Admiro la eficiencia militar de la Legión, primera piedra del gran ejército colonial, más que necesario indispensable para la pacificación total y el progreso futuro de la zona española; admiro a la Legión en el combate; y sin ella, creo sería cien veces más grande el esfuerzo económico y militar que tendría que realizar España en África. Pero admiro aún más el crisol que tiene para transformar una individualidad deshecha, maculada, la escoria, en eso, en un caballero, con todas las virtudes del caballero del libro de Caballería, arquetipo de caballerosidad.
Hay algo inmortal en el alma del hombre, y es su espíritu de sacrificio. Cuando todo ha pasado, cuando todo se ha destruido, aún resta un valor intacto; se carece de dignidad, pero se tiene vida; se ha cometido un delito, pero se tiene vida; se ha perjudicado, hundido á un semejante, pero se tiene vida. La transformación de la vida en expiación por medio del sacrificio, redime de todo. La culpa no existe cuando á cambio de ella se ha dado lo que se posee de íntimo é inmaterial. Un amante que ha pecado contra el amor, se redime de su culpa amando á la que desamó, dándola toda su vida cordial. Un pecador contra sus semejantes, un fratricida, se redime de su crimen dando su vida material por la humanidad. ¡Hermoso fin el de Caín si hubiera podido morir por otro Abel! La pena no es venganza; no es más que la imposición de sacrificarse por el ideal de justicia. Es igual sacrificarse por el ideal de patria. Sí, <<caballeros legionarios>>. En la Legión se consume, arde calientemente esa esencia perenne que posee aún el que todo lo ha perdido. En la Legión se redimen las almas angustiadas.
Por eso es alegre la Legión. Todo lo hacen con sencillez los legionarios; hasta morir. Todo lo hacen con alegría.<¡Se necesita un hombre para que muera!>, dice un Jefe. Y son muchos los que se adelantan. Y es porque saben que sacrificándose se redimen; que muriendo, viven.
¡Colosal paradoja!¡Tremenda ironía! Las virtudes morales han ido á refugiarse en la Legión, donde hay muchos á quienes un hombre moral no daría la mano si no fueran legionarios. Milagro de la fe y del espíritu, que siempre puede salvarse por horrenda que haya sido su acción.
Delante de los legionarios se detienen los artistas, enamorados de su gallardía plástica, del desenfado con que van, despechugados y rotos, forjando una silueta heroica y juvenil. Los cronistas no bastan para contar sus hechos, cada uno épico y digno de un canto pindárico. Mas la ética de la Legión es lo que hace más pensativo al contemplador. Como por cierta virtud de Transubstanciación que tiene, convierte á un malhechor en un caballero.
Sí. Está dicho lapidariamente. <<Caballeros legionarios>>. Sin tener obligación se fuerzan á caminar, á obedecer, á sufrir mortificaciones materiales, á soportar el sol y el hielo; se obligan á pelear, á morir. Una simple indicación es bastante para asomarse al borde del peligro. Nunca se quejarán. Todo será para ellos propicio, bueno, óptimo. Serán hermanos desconocidos, hasta el punto de perderse por salvar á quien se lo pida. No conocerán las diferencias de raza, ni de religión, ni de nacionalidad. Allí se borraron los colores, las fronteras. Un mismo Dios es el suyo, aunque tenga diferentes nombres. Sólo tienen una patria, un enemigo, una familia, un apelativo: son legionarios.
Son la antigua Orden, la Hermandad, la Milicia humana. Rígida regla para el deber que aceptan voluntarios. Amplitud y tolerancia máximas para vivir y convivir. Y un prurito de vencer y de ganar la meta de sacrificio, que es su gloria. Sí. <<Caballeros , caballeros legionarios>>..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario